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Vejez en el Uruguay
¿Hacia una sociología de las relaciones de edad?
Introducción
Nuestro objetivo es exponer las principales líneas de reflexión y encuadre teórico-conceptual útiles para sustentar un programa de investigación en Sociología de la Edad. En primer lugar sesitúan los distintos abordajes posibles de la vejez a efectos de construir el objeto de investigación y laelaboración de un esquema multidimensional de la vejez. En segundo lugar se presenta una serie depreguntas que estructuran el mencionado programa y sugieren seis líneas empíricas de investiga-ción.
1. La “edad” como variable
La edad y el sexo han sido tradicionalmente variables consideradas “estructurales” en las investigaciones sociológicas, a partir de las cuales se realizan cruces explicativos de conductas yactitudes. Desde el paradigma positivista, y estructuralista se ha privilegiado el uso de estas variablespara construir teorías explicativas de la sociedad, en base a “leyes sociales” del tipo “A medida queavanza la edad, se incrementa la probabilidad de mayores ingresos”, o “Los jóvenes votan más alPartido X que los de edades avanzadas”, etc.
Este tipo de formulaciones, a las que Blumer llamó “análisis de variables”, ha sido cuestionado desde su formato lógico, por los sociólogos interaccionistas, entre otros. La crítica que Blumer (1956)establece al análisis de variables está fundamentada en que “reduce la vida del grupo humano avariables y sus relaciones ”. La primer limitación que Blumer señala respecto a este tipo de análisis esla “caótica condición que prevalece en la selección de variables”. Para Blumer todo puede ser unavariable, no hay restricciones al respecto (algo puede ser o no ser y en tal sentido asume dos valoresy por lo tanto es una variable), puede ser algo simple (sexo) o complejo (depresión), específico (tasade natalidad) o vago (cohesión social), evidente (cambio de residencia) o imputado (inconscientecolectivo), inmediatamente dado (circulación de diarios) o elaboradamente fabricado (índice de anomia).
Dado lo cual no existe restricción a priori para el uso de variables. Al no haber reglas para su selec-ción, se genera una laxitud que termina siendo “peligrosa”: la tarea entonces es “ la reflexión sobre losproblemas para hacer razonablemente seguro que se han identificado sus genuinas partes integran-tes. Lo cual requiere familiaridad intensiva y extensiva con el área empírica a la cual el problema serefiere”. Una segunda limitación es la ausencia de variables genéricas (apropiadas para categoríasabstractas). Sin ellas los hallazgos que se produzcan serán segregados y discontinuos. No son varia-bles genéricas aquellas que están ligadas a una situación histórica y cultural dada, puesto que sólotienen sustancia en un contexto histórico determinado. Otras variables se usan como genéricas (inte-gración social, autoridad, etc), pero al no tener indicadores fijos o uniformes, varían sus contenidosen situaciones particulares, lo que las invalidan como genéricas. Esto significa que son hechas amedida (en relación al problema que se estudia) por lo tanto responden a una lógica “local”. El tercertipo de variables que se usan como genéricas pero que tampoco funcionan como tales son “sexo”,“edad”, “tasa de nacimientos”, por ejemplo. Las mismas parecerían ser genéricas, pero cada una deellas tiene un contenido dado por su particular instancia de aplicación. El tipo de relaciones que resulta de su uso será por tanto localizado y no genérico. Lo cual pone de manifiesto, dice Blumer elhecho que las variables en la investigación sociológica son predominantemente particulares y locali-zadas en su naturaleza.
Quizá la variable sexo, ha sido la que ha tenido un desarrollo teórico mayor, a partir de la construcción de la noción de género (Ann Oakley, 1972; 1981; 1985), que ha permitido complejizar elanálisis y lograr interpretaciones de la realidad que no devienen puramente del sexo sino de la cons-trucción social de la identidad sexuada (ser masculino o femenino está cultural y socialmente defini-do) y por tanto las “explicaciones” no se reducen a lo estructural del sexo sino a la construcción(social) que proviene del contenido significativo y simbólico, culturalmente otorgado a este hecho. Ladistinción convenció a la comunidad académica y ha sido aceptada por la sociología de los últimos 30años (Bilton, 1987; Giddens, 1991; O'Donnell, 1992). Más aún, mientras la teoría del género eratodavía una teoría naturalista de la diferencia (el género era una ideología, el sexo un hecho natural),en 1988 Maccoby criticó la distinción usada entre "sexo" y "género" considerando que no es conve-niente distinguir tajantemente entre ambos aspectos, porque el sexo también es un constructo. Lasdiferencias anatomofisiológicas no tienen porqué ser mas aptas para fundar una teoría de la diferen-cia natural que,por ejemplo, las diferencias en el color de ojos.
En este trabajo se pretende abordar una complejización similar a la que ha tenido en el desa- rrollo en la sociología la noción de género y de sexo pero en relación a la edad. Es decir si en torno ala idea de sexo-género, el hecho de ser hombre o mujer no es lo sustancial sino la construcción de laidea de lo que implica ser “hombre o mujer” que, por otra parte, está espacio-temporalmente defini-da, y es esencialmente dinámica y relacional (la noción de “lo femenino” no tiene sentido en sí mismo,si no es en relación a”lo masculino”) análogamente, el tener una edad dada, no es habilitante de dar“explicaciones” si no es en torno a proveer de sustancia y contenido a lo que implica en un espacio-tiempo dado la idea de ser joven o viejo, adulto o niño.
En consecuencia, la idea de ser joven o viejo (de la misma forma que la de mujer u hombre) contrariamente a una postura sustancialista, se propone como una noción dinámica, relacional yespacio-temporalmente construida. Y en ese sentido, intervienen muchísimos factores (educación,roles sociales, las transformaciones familiares, las transformaciones en el mercado de trabajo, etc.)así como la intención deliberada de modificarla. Si se acepta que resulta de una construcción, laconsecuencia inmediata es que puede ser objeto también de “estrategias” para construir esa idea,esa imagen o ese imaginario de lo que es ser joven o viejo, de lo que significa la vejez, tanto como lajuventud, o la adultez.
2. Las diferentes edades
Sin perjuicio que deba investigarse en profundidad acerca de la construcción de la vejez, y de la idea de vejez, se utilizan criterios para su medida. La edad cronológica es que la habitualmente setoma como el indicador para ello, estableciéndose un punto de corte que define la “edad a partir de lacual se es viejo”. Para este tipo de “medida” de la vejez, estos puntos de corte son siempre arbitrariosy los límites son objeto de debate, y discusión. Estos criterios, por lo general refieren a lo que seconsidera entonces “la vejez burocrática” que alude de alguna manera a los utilizados para podercuantificar el fenómeno, aunque éste no se corresponda necesariamente con sus contenidos.
De manera similar a lo que sucede con la “juventud”, la forma en que se mide el fenómeno y a partir de la cual se realizan los análisis sobre un objeto de esta forma construido, sostiene una posi-ción epistemológica, metodológica, teórica y ética, que es posible discutir en profundidad. De hechoel debate en torno a esta posición pone en tela de juicio la validez de estos procedimientos, o al Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? menos alertan acerca de las limitaciones que éstos tienen.
“Si bien la edad parece ser el criterio más apropiado para delimitar el envejecimiento,
la determinación de un valor numérico preciso estará siempre sujeta a arbitrariedades.
Como apunta Bobbio (1997: 24), el umbral de la vejez se ha retrasado a lo largo de la
historia. Solari (1987) sostenía que la edad de la vejez, autopercibida o socialmente
asignada, ha venido aumentando. Además de su mutabilidad histórica, la edad conoce
múltiples significados, y muchos de ellos aluden más a la calidad que a la cantidad de
años vividos. Desde luego, existe una edad biológica, mediatizada por factores am-
bientales y rasgos genéticos individuales, que regula los parámetros básicos de la
vida; su incidencia se ve afectada, al menos en parte, por una edad psicológica o
subjetiva
, que remite a la capacidad de aceptarse a sí mismo y de ajustarse a sus
entornos. Hay también una edad social, que refleja los efectos tanto de las normas
que rigen los comportamientos de los individuos —la edad “burocrática” menciona-
da por Bobbio o la “asignada”, según Solari
— como de los factores estructurales
referidos a sus posibilidades de inserción y participación en las esferas sociales; los
alcances de esta edad social dependen, a su vez, de la cultura dominante (Laslett,
1996) y de la posición socioeconómica de las personas. Dado que las diversas nocio-
nes de edad varían con distinto ritmo y temporalidad, resulta difícil elegir aquella que
con mayor propiedad marca el umbral del envejecimiento; esta dificultad se acrecienta
porque dichas variaciones difieren también entre los individuos. Por ello. habitualmen-
te se recurre a.la edad cronológica”. (Vilas y Rivandeira, 1999)
Los autores, distinguen en diferentes edades, -cronológica, burocrática, subjetiva o psicológi- ca, social y biológica, que lejos de ser isomórficas, implican potenciales desajustes, inconsistencias yno-correspondencias necesarias. En este sentido, quizás sea útil introducir en la discusión el concep-to de “tiempo”, tal como lo plantea Cardeillac (2002) quien se propone diferenciar el concepto de“tiempo” y el de “edad”: “Es el devenir, o más aún la existencia de una pluralidad de secuencias endevenir, tanto sociales como biológicas o subjetivas la que hace posible la noción de tiempo”. Sostie-ne que “la idea de tiempo suele presentarse como erróneamente naturalizada bien como unflujo objetivo, o como estructura universal de la percepción según el caso y que enrealidad no es otra cosa que “temporizar”, esto es: el esfuerzo social interesado porsincronizar posiciones de dos o más procesos no plausibles de comparación directa,está obligado a dejar de lado toda especificidad local que le da sentido a cada una deesas secuencias o historias. Paradójicamente esta escala temporal – síntesis de altonivel y no abstracción- termina por aparecérsenos fetichizada, esto es, poseyendo unafuerza coactiva y de una irreversibilidad que si bien son propiedades de esas historiaslocales que pone en relación (físicas, biológicas o sociales) ciertamente son ajenas ala escala “ (Cardeillac, 2002: 10) La modernidad necesitó vincular procesos locales (históricos, productivos) en un solo tiempo global y así como el espacio cuantificó la propiedad y el dinero la riqueza, la edad cronológica cuan-tificó las trayectorias individuales a lo largo del ciclo vital y productivo. En resumen, “la edad serácomprendida en tanto síntesis de alto nivel que es eficaz tanto como indicador o resumen de lassecuencias e historias (.) como fetichizada, es decir, adscribiendo por si propiedades y cualidadesque corresponden al desarrollo de las trayectorias en las diferentes secuencias que sintetiza y no ala escala”. (Cardeillac, 2002) 3. Los criterios para medir la “vejez burocrática”
“De acuerdo a una práctica tradicional de la División de Población de las Naciones
Unidas —adoptada en el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento (United
Nations, 1982) y en los estudios de alcance regional sobre la materia (Peláez y Argüello,
1982)—, la edad umbral puede situarse en los 60 años. Con el objeto de prestar
atención a algunos aspectos de la heterogeneidad intrínseca del grupo mayor de esas
edad, es frecuente subdividirlo en dos segmentos, con el segundo a partir de los
75 años
, otro límite arbitrario. Por cierto, el empleo de límites etarios se justifica sólo
para propósitos analíticos y no implica desconocer que el envejecimiento demográfico
afecta a toda la población, hecho patente al comparar las magnitudes de las sucesivas
cohortes (análogamente, el envejecimiento de los individuos se desarrolla a lo largo de
toda la vida) (Vilas y Rivandeira, 1999).
No siempre se trabaja sobre el límite de los 60 años, otros muchos autores e instituciones lo ubican en los 65 años, edad asociada a la jubilación, y a partir de la cual es individuo se desvinculadel sistema productivo, o de la ocupación formal, aunque no necesariamente del mundo del trabajo1.
Tal es así que Cabré sostiene que “las consideraciones sobre el envejecimiento demográfico se suelen basar en la divi-
sión de la población en grandes grupos de edad. Los límites entre estos grupos son
arbitrarios (y en particular el límite de los 65 años) y fijan discontinuidades en un
proceso de envejecimiento que es de naturaleza contínua. Estos límites no tienen ni
siquiera siempre una correspondencia con la situación laboral de las personas, que
pueden jubilarse antes, después o nunca. Sería conveniente reducir la importancia
conceptual de estas barreras ficticias”. (Cabré, 1993: 18)
Por otra parte, Barenys (1993: 58) argumenta que la edad es considerada como un status adscrito al ser humano: existe una ritualización temporal del mundo social y carga de significado y deexpectativas sociales a cada edad. La vejez para esta autora se sitúa en los 65 años, momento enque finaliza la etapa productiva. El ritual de entrada de la vejez es la jubilación y el ritual de salida lamuerte.
4. La heterogeneidad de la vejez
Presentada entonces la primer idea (la vejez y la idea de vejez son constructos) pasemos a la segunda: la heterogeneidad. Así como ser joven no significa lo mismo en diferentes contextos, serviejo admite diversidad y multiplicidad de ámbitos.
4.1. heterogeneidad burocrática
Desde perspectivas claramente estructuralistas, se destaca la idea de la heterogeneidad de la “ Las personas de edad no son un grupo homogéneo: existen personas mayores dediferentes condiciones sociales, de diferentes procedencias geográficas, que viven en De hecho en el Uruguay es la medida que se utiliza dado que los cortes de edad que establece el censode población y viviendas del INE, colocan este límite, en todos los cuadros que en los que se utiliza lavariable tramos de edad.
Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? medios muy distintos. En particular, conviene tener siempre en cuenta las grandesdiferencias de orden demográfico entre las personas mayores, es decir, el estado ma-trimonial, el sexo, y la edad: las necesidades y disposiciones no son las mismas. Den-tro de este abanico de diferencias es muy de destacar la referente al sexo, puesto queel tradicional olvido del género femenino en muchas representaciones yconceptualizaciones, es particularmente nefasto en una población en que las mujeresson particularmente mayoritarias” (Cabrio, 1993: 19) 4.2. Heterogeneidad subjetiva y social
De todos modos, más allá de la posibilidad de la “segmentación estructural de tipos de viejos”, definidos burocráticamente, se hace necesario trabajar la idea de la heterogeneidad de la“vejez subjetiva” y aun de la “vejez social”, si es que asumimos con Bourdieu que la edad efectiva-mente define principios de clasificación legítimos al interior de cada campo, que a su vez se corres-ponden con las relaciones que establecen los agentes que lo integran o que participan en él. Eneste sentido, además cada campo (que es irreductible a otros) definirá sus propias clasificacioneslegítimas, así como sus capitales específicos y su propio interés que lo definirá, que revela lasdiferenciaciones o distinciones que se otorgan a los agentes a partir de la edad y por tanto a lavejez. Esto, que es posible verse específicamente en cada campo, también muestra lo que todosellos, aún en sus especificidades, tienen en común: el hecho de que más allá de las variacionesque se registren en cada uno, y aún cuando éstas adquieran un carácter opuesto, la edad defineun principio clasificatorio de los agentes sociales. La propuesta de Bourdieu es útil a dos niveles;en primer lugar su noción de campo, y en segundo lugar la ley de envejecimiento en cada campo.
Para él “campo” es esencialmente un escenario de lucha marcado por un interés específico y regu-lado por reglas que definen el juego. Funciona en él la illusio, es decir que los agentes que pertene-cen a ese campo están dispuestos a jugar y convencidos que el juego vale la pena ser jugado. Enese sentido: “Cada campo tiene sus leyes específicas de envejecimiento: para saber como se defi-nen las generaciones hay que conocer las leyes específicas de funcionamiento delcampo, las apuestas de lucha y cuáles son las divisiones que crea esta lucha (…) todoesto es de lo más trivial, pero muestra que la edad es un dato biológico socialmentemanipulado y manipulable. Muestra que el hecho de hablar de los jóvenes como deuna unidad social, de un grupo constituido, que posee intereses comunes, y de referirestos intereses a una edad definida biológicamente, constituye en sí una manipulaciónevidente.” (Bourdieu, 1990: 165) La ley del envejecimiento es la lucha que deviene de conflictos generacionales en torno a la legitimación del capital acumulado en cada campo. Es relevante notar que la idea de acumulacióntambién sostiene una asociación con el tiempo. Es posible acumular a lo largo del tiempo, en funciónde una trayectoria. Dado que el capital legítimo en cada campo es específico, las luchas se darán demanera diferenciada y compondrán elementos distintos, utilizarán mecanismos propios de cada campo.
No obstante, es posible generalizar a todos los campos la misma lucha por el capital legítimo, aunquelas formas que tomen sean diferentes.
Sólo para trabajar esta idea referida a casos empíricos, veamos que la vejez en el campo político, tal como lo demuestran Cardeillac (2002) y Scuro, (2002) se asocia innegablemente a ciertaspropiedades o atributos, connotados positivamente en dicho campo (mesura, experiencia, tolerancia,“sentido del juego”), y de hecho no sólo los viejos (medidos de términos burocráticos, claro está) sonsobre-representados estadísticamente si se toma la proporción de parlamentarios y ministros mayo- res de 65 años respecto al conjunto de la población habilitada para ser electa sino que además sonquienes tienen mayor poder simbólico dentro de este campo.
De la misma manera, y en una lógica similar de análisis de campos, Lanza (2002), de- muestra las diferencias tanto en la construcción de la idea de vejez, como en los comportamien-tos y actitudes de los agentes del campo artístico en Montevideo. Lanza estudia los subcamposde las artes plásticas y del teatro, y describe cómo la construcción de la vejez connota cosasdiferentes en cada campo y define las posiciones de los agentes viejos en cada uno de los ellos.
En el primero dado que la actividad es puramente de creación y proceso individual (la pintura), lavejez se valoriza positivamente. En el segundo dado que la actividad del teatro es intrínseca-mente colectiva, la relación intergeneracional es necesaria, la significación del viejo es de hechodiferente.
En ninguno de esos casos, la jubilación define el ritual de entrada a la vejez, dado que no hay limites superiores (si inferiores en el caso del parlamento) para el desempeño de la actividadpolítica o artística.
Por otra parte, puede considerarse el campo del deporte, en el que la vejez, está definida por límites de edad que claramente difieren de otros campos. El deportista se hace “viejo” (y se manifies-tan claros síntomas de exclusión al campo) en edades cercanas del límite inferior establecido consti-tucionalmente para ingresar al parlamento, es decir para adquirir derecho a ser electo. Sólo el hechode la normativa jurídica de edad mínima para ser electo senador (33 años) sugiere el análisis delproceso que conduce a la construcción de las capacidades (podríamos hablar de habitus) y su vincu-lación con la edad, para desempeñar esta función. Especialmente dado que simultáneamente sedefine como edad mínima para adquirir derechos a “elegir” a los 18 años. Este campo, así construido,constituye barreras de ingreso a los jóvenes, supone exclusiones a la participación en función de laedad, que muestran con claridad lo que Barenys sitúa como el contenido social de la edad, queconfigura expectativas y legitimidades específicas.
Ahora bien: en términos de las relaciones (entre grupos etarios o entre agentes que compar- ten determinadas características “estructurales” y de la dinámica de estas relaciones (que puedenverse a su vez como conflictos, eventualmente) la idea de la construcción de la vejez aparece clara-mente. Y así también debe verse como ser viejo no significa lo mismo en diferentes campos, porejemplo. En algunos serán los viejos los que acumulen capital legítimo, y en otros en la medida enque los actores sostienen y despliegan estrategias (no siempre racionales, las más de las veces enfunción del “sentido práctico”) es obvio que las relaciones entre viejos- adultos- jóvenes serán diferen-tes. Por otra parte es necesario entender la lógica del juego en los campos y el momento en que seconstituye y que evoluciona el juego y con él el propio campo. En momentos de transformación omutación de los capitales específicos del campo (aquellos que se consideran o adquieren legitimidada su interior) varían las relaciones, también sin duda se irán transformando y con ellas la posición queocupen los agentes en el campo en su proceso de reestructuración. Dado lo cual ser viejo no signifi-cará lo mismo en un campo o en otro, ni siempre lo mismo en un mismo campo.
Por lo tanto hablar de vejez, supone desplegar un abanico de significaciones que cualquier intento de homogeneizar categorialmente reduce. Es por eso que así como se discute que es nece-sario dejar atrás la idea de la “La juventud” como aquella categoría universal y homogeneizantepropia de la sociedad occidental, para emprender la utilización de las juventudes en minúsculas, esnecesario dejar de hablar de La vejez para hablar en todo caso de las vejeces. ¿Cuáles son estasvejeces? ¿Qué implican? El reflejo profesional del sociólogo es señalar que las divisiones entre edades sonarbitrarias. Es la paradoja de Pareto cuando dice que no se sabe a que edad comien-za la vejez así como no se sabe dónde empieza la riqueza. De hecho, la frontera entre Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? juventud y vejez es objeto de lucha. Por ejemplo, hace algunos años leí un artículosobre las relaciones entre jóvenes y notables de Florencia durante el siglo XVI, quemostraba que los viejos proponían a los jóvenes una ideología de la virilidad, de lavirtú, y de la violencia, lo que era una forma de reservarse para sí la sabiduría, es decirel poder. De la misma forma Georges Duby muestra claramente como en la edadMedia, los límites de la juventud eran manipulados por los que detentaban el patrimo-nio, que debía mantener en un estado de juventud, es decir de irresponsabilidad, a losjóvenes nobles que podían pretender la sucesión. Encontraríamos situaciones equiva-lentes en los dichos y proverbios, o sencillamente en los estereotipos sobre la juven-tud, o aun en la filosofía, desde Platón a Alain, que asignaba a cada edad su pasiónespecífica: a la adolescencia el amor, a la edad madura la ambición. La representaciónideológica de la división entre jóvenes y viejos otorga a los más jóvenes ciertas cosasque hacen que dejen a cambio otras muchas a los más viejos. (…)Esta estructura queexiste en otros casos (como en las relaciones entre los sexos) recuerda que en ladivisión lógica entre los jóvenes y viejos está la cuestión del poder, de la división (en elsentido de repartición) de los poderes. Las clasificaciones por edad (y también porsexo, y también claro, por clase) vienen a ser siempre una forma de imponer límites,de producir un orden, en el cual cada quien debe mantenerse, donde cada quien debeocupar su lugar. “ (Bourdieu, 1995: 163-164) Así como se ha constituido “la sociología de las relaciones de género” como subdisciplina, es necesario instalar la “sociología de la edad” o más precisamente sociología de las relaciones deedades ya que la edad revela la necesidad de un proceso similar. La edad no es más que la medida,así como el sexo no es más que un atributo que sirve para medir de alguna forma el género. La edadno mide estrictamente ni la juventud, ni la vejez, ni la adultez ni la niñez.
Esta es la discusión que se presenta entre Bourdieu (1990) y Magulis (1997), uno argumen- tando que juventud es sólo una palabra, y el otro argumentando que no sólo es una palabra2. Lo queestá detrás de esta discusión, que más que oponerse sugiere ser leído en clave de la articulaciónentre ambas, no es otra cosa que el debate entre el esencialismo que en ocasiones se atribuye a lacategoría (ser joven o viejo significa algo) o el constructivismo o relativismo que supone atribuir elcontenido de estas categorías, de forma dinámica y relacional.
Es por esto que la edad, o los tramos etarios no deben confundirse con los conceptos de juventud o de vejez, ya que esto oculta las diferencias. Así como hay formas diversas de ser joven,hay formas diversas de ser viejo, y este es uno de los puntos centrales del trabajo: estudiar cualesson estas múltiples formas, explorar los límites de estas categorías, que como se ha visto son difusosy no siempre se corresponden con los tiempos cronológicos, puesto que el tiempo social, correspon-de a otra dimensión.
5. La dimensión micro (individual) y la dimensión
macro (poblacional) del envejecimiento

Una de las propuestas consiste en visualizar la doble dimensión macro y micro que abarca el envejecimiento: poblacional e individual. Las perspectivas que abren cada una de estas dimensiones Bourdieu. P “La juventud no es más que una palabra” en Sociología y Cultura. Grijalbo, 1990, México y“Juventud y Margulis, Mario “La juventud es más que una palabra: ensayos sobre cultura y juventud.” Ed.
Biblos, Buenos Aires. 1997 se bifurcan tanto en análisis como en debates y propuestas. Como expresan Vilas y Rivandeira “Las personas envejecen a medida que en su tránsito por las diversas etapas del ciclode vida ganan en años; una población envejece cada vez que las cohortes de edadesmayores aumentan su ponderación dentro del conjunto. No obstante sus diferenciasespecíficas –que hacen irreversible el proceso en el caso individual y no en el de lapoblación– ambas expresiones del envejecimiento comparten la referencia a la edad.
Entre las personas, y más allá de consideraciones biológicas, el envejecimiento traeconsigo un complejo de cambios asociados a la edad, que atañen a la percepción quelas personas tienen de sí mismas, a la valoración que los demás les asignan y al papelque desempeñan en su comunidad. Desde el ámbito demográfico, el envejecimientoimplica que la proporción de individuos que experimentan aquellos cambios tiende aaumentar en desmedro de la importancia relativa de los demás grupos, cuyo distingose establece de acuerdo con la edad”. (Vilas y Rivandeira, 1999) Con respecto a la relevancia que adquiere el envejecimiento demográfico en la dimensión
macro o poblacional, Vilas y Rivandeira mencionan que en América Latina y el Caribe las actuales
tendencias de cambio exige readecuar las instituciones económicas y sociales para atender deman-
das hasta hace poco desconocidas. Los efectos de estas tendencias sobre el consumo, el ahorro, la
inversión, la distribución del ingreso, la flexibilidad de la mano de obra, la oferta de servicios de
variada índole, las relaciones intergeneracionales, la equidad social y de género y la gestión econó-
mica y sociopolítica, en general, configuran desafíos de gran envergadura en lo que respecta a la
estructura, las funciones y el desarrollo de las sociedades.
Existen versiones más dramáticas que ésta en relación a las consecuencias que produce el envejecimiento poblacional, a la que se atribuye una serie de connotaciones negativas. En algúnsentido puede pensarse que la ciencia contribuye a la creación de “mitos”, que suponen el dramasocial del incremento relativo de la población vieja. La demografía utiliza una serie de indicadores quede alguna manera, legitiman esta versión apocalíptica, y también sugieren la solidificación de lametáfora social en torno a la infantilización de la vejez, en el sentido de atribuirle a los viejos, la nociónde dependencia, y por tanto de “carga social.” “El indicador demográfico denominado “relación de dependencia” (personas menores de16 años y mayores de 65/ personas de 16 a 64 años) lleva a considerar que las personasjubiladas dependen de las de edad activa. Esto distorsiona la realidad, puesto que losjubilados suelen disponer de medios de vida propios y han pagado sus jubilaciones poranticipado, mediante la cotización y la tributación. Otra cosa es la utilización social queen su momento se haya dado a dichas contribuciones. Se trata, pues, de un problemade gestión de los sistemas de previsión y no de un problema demográfico. Sería conve-niente dejar de hablar de “relaciones de dependencia”. (Cabré, 1993) Es casi obvio entonces que la ciencia en este caso, lejos de ser “neutra” contribuye a crear el imaginario social y a la construcción de un contenido de la “vejez” que se ve como dependiente,aunque éste contenido pueda ser “distorsionante”3. Desde el punto de vista demográfico existen tres Por otra parte según los datos que aporta el trabajo de PNUD y CEPAL del Indice de Desarrollo Humanoen Uruguay (1999), las jubilaciones aportan a la disminución de la pobreza en el país. En un ejercicio desimulación, el efecto de la exclusión de las pasividades en el ingreso mensual de los hogares conduciríaal incremento sustantivo de hogares que caen bajo la línea de pobreza en el Uruguay urbano.
Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? factores que afectan la composición de edades de una población dada: la mortalidad, la fecundidad yla migración. El fenómeno del envejecimiento poblacional (en contraposición al envejecimiento indivi-dual) no es irreversible, “ya que el patrón de evolución de la estructura por edades puede combinar o alternartensiones a favor del envejecimiento y del rejuvenecimiento de la población (Schkolnik,1990); ello se debe a que además de la inercia inherente a toda composición etaria (elpotencial de crecimiento implícito), la remodelación de su estructura obedece al senti-do, fuerza y persistencia de los cambios de las variables demográficas fundamentales.
(Vilas y Rivandeira, 1999) 6. El esquema multidimensional de la vejez
Resumiendo, nuestro esquema toma en cuenta tres dimensiones principales del concepto de la edad biológica (que incluye feno y genotipo: factores ambientales y rasgos genéticos quedeterminan el cuerpo biológico).
la edad subjetiva4 ( que refiere a la autoimagen, la identidad5 de un sujeto y a las “estrategiassimbólicas” que el mismo instrumenta para regular ambas).
La edad social refiere a las normas de comportamiento que un sujeto asume en un determina-do campo, es decir sus status-roles y las “estrategias reales” que emplee para regularlos.
Un corolario sobre las estrategias “simbólicas” y reales”: El desarrollo de una identidad etaria es entendido aquí como el resultado de un trabajo cognitivo que permita seleccionar una definiciónde “vejez” y aplicarla a la negociación de la identidad propia. Por ahora, digamos que mientras las“estrategias reales” tienen que ver con lo que el sujeto “hace” para regular su autoimagen y su iden-tidad, las “estrategias simbólicas” tienen que ver con lo que el sujeto “dice”. Así, aún admitiendo quetoda construcción discursiva tiene un aspecto performativo (se “hacen cosas” con palabras) podemosrastrear estrategias “reales” de los actores por ejemplo, actuando sobre la vejez biológica -como laseñora que se hace una cirugía estética o se tiñe el cabello-, o sobre la vejez social asumiendonuevos status-roles -como el hombre que elige una nueva pareja más joven- o simplemente movién-dose a otro campo con una ley de envejecimiento que le sea más favorable -como la ex modelo quese hace actriz o el jugador de fútbol que se hace técnico-. Estrategias “simbólicas” podrían ser elrechazo de los estereotipos imperantes (como el entrevistado que decía que no era “viejo” sino “ma-yor”), recurso a tecnologías como terapias y hobbies y eventualmente la sustitución de los estereoti-pos por nuevos montajes identitarios de vejeces alternativas con la que los sujetos puedan convivirmejor.
Estas tres dimensiones (biológica, subjetiva y social) aceptan ser estudiadas tanto desde una perspectiva micro (más cercana al individuo y a negociaciones “locales”) como desde una perspectivamacro (en su significación más cercana a lo colectivo y societal) La “edad burocrática” o asignada no esuna dimensión en sí, sino un indicador que vincula las tres dimensiones, vinculando las edades biológica,subjetiva y social. Una representación gráfica generada por este esquema conceptual es la siguiente: No usamos el término “psicológica” porque no nos referimos a una psicología propia de tal edad, comopodría hacerlo la Psicología Evolutiva.
“Autoimagen” e “identidad” están muy relacionadas pero no son lo mismo: la segunda es una negociacióndonde cada sujeto trata de imponer su autoimagen (“quién soy yo para que me traten así”) con más omenos éxito. Pueden presentarse contradicciones entre ambas.
Donde, en el primer cono invertido [1] es la edad subjetiva en su significación individual: autoimagen, identidad localmente negociada y estrategias simbólicas desplegadas y [4] son los mo-delos sociales referidos a la edad, las ideologías imperantes sobre la edad, las políticas aplicadas enrelación a la edad y los posibles nuevos imaginarios sociales estructurados. En el segundo cono, [2]es la edad social en su significación individual (los status-roles que detenta un sujeto -como losocupacionales- y las “estrategias reales” que emplee para regularlos) y [5] es la distribución y compo-sición de estos status-roles, o de las diferentes formas de capital –o en otro lenguaje- de poder yrecursos, en términos de las edades burocráticas. Son los factores que más tienen que ver con lo quetradicionalmente llamamos “estructura social” . En el tercer cono, [3] es la edad biológica individual,que incluye elementos como apariencia, nivel de capacidad, estado de salud, etc. y admite estrate-gias variadas, como las derivadas de las tecnologías médicas y estéticas. [6] son las consecuenciasdemográficas de lo anterior: los ciclos de los organismos biológicos -y sus cambios-6 determinan lapirámide de edades y sus indicadores de mortalidad, fecundidad y migración.
Conviene destacar que este esquema [1] señala la heterogeneidad y exige estudiar la ley de envejecimiento propia de cada campo y [2] destaca la posibilidad de identificar “estrategias” en eldiseño social de la vejez: en su significación micro las tecnologías del sí instrumentables (estrategiasreales y simbólicas) y en su significación macro las políticas y los imaginarios sociales posibles sobrela vejez.
7. Consecuencias del esquema multidimensional para el establecimiento de un
programa de investigación en sociología de las edades

Como puede ya advertirse, la línea teórica formulada señala ciertas direcciones “empíricas” de investigación al determinar unidades de análisis y “objetos” de análisis : Precisamente el desajuste actual entre los tiempos del individuo biológico y el sistema social genera unode los principales problemas para una administración de la “nueva vejez”: el desafío de mantener la segu-ridad social.
Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? Primero, al emprender el análisis de la vejez subjetiva generamos tres unidades de análisis según la perspectiva (macro o micro) adoptada: el nivel individual (donde nuestros objetos específi-cos de análisis serán la autoimagen y la identidad del entrevistado), el nivel del interdiscurso (dondenuestros objetos a analizar serán las ideologías dominantes sobre la vejez, los modelos de vejez quela sociedad provee al individuo y los nuevos imaginarios colectivos ensamblados) y un nivel interme-dio constituido por lo que los etnometodólogos y microsociólogos suelen llama “el setting” (escenariolocal en el que el actor se mueve y negocia en referencia a su identidad y al establecimiento de reglasde interacción: en este nivel nuestro objeto de análisis serán precisamente estas negociaciones quedeterminan “quién soy” realmente en relación a mi edad burocrática).
Con respecto a la vejez social tendremos una unidad mínima que son los roles que asume un individuo (donde el objeto de análisis será la trayectoria individual en términos de roles adscriptos yasociados a la edad y las estrategias reales individuales), una unidad más elevada representada porla estructura de roles presentes en el campo en cuestión (donde deberán ser objeto de análisis tantola ley de envejecimiento propia del campo en que estemos, como los efectos reflexivos de imagina-rios y políticas instrumentadas en referencia a la vejez) y en el nivel intermedio estaría el principioque vincula prácticas y estructuras: el habitus.
El interés sociológico en la vejez biológica probablemente irá cobrando mayor intensidad a medida que nuestras sociedades avancen en la institución tecnológica de la naturaleza. Cuando launidad de análisis es la estructura demográfica, el objeto de estudio serán los efectos estructurales yreflexivos sobre la composición por edades (con su contraparte de efectos de ésta sobre los otrosconos). Cuando la unidad de análisis es el cuerpo biológico el actual objeto sociológico se reduce alos efectos estructurales y reflexivos sobre el cuerpo individual4 en tanto construcción social del fenotipo,pero se extenderá a medida que la ingeniería genética amplíe los umbrales para la decisión política El cuerpo es un constructo no sólo en el sentido obvio del "culto al cuerpo" tan comentado por losposmodernistas franceses, sino también en sentidos tan poco metafóricos como el que las personas máspobres tengan como media un menor peso al nacer, más altas tasas de mortalidad infantil, sean másbajos en su madurez, menos saludables y mueran antes que las clases altas. Los grandes tipos de enfer-medad mental y física son más frecuentes en los niveles "inferiores" de la estructura de clases que en sucima (Witzkin, 1986).
en el área. Según Beck (1993) vivimos una "abolición de la naturaleza" o su absorción en un proyectotécnico donde la expresión "construcción" "ha dejado de lado toda metáfora." (1993:121) Vivimos unanaturaleza técnicamente producible.
Esto incluye la sociobiología, muy centralmente la ecología, pero también las discipli-nas de las revoluciones del cuerpo y de la vida que tenemos por delante: genéticahumana, medicina reproductiva, entre otras, y las posibilidades derivadas de ello dediseñar una 'eugenesia' gradual, voluntaria, prescripta y certificada por la medicinapreventiva (1993:120-121) La construcción de la naturaleza abre áreas que todavía no han sido colonizadas por el esta- do y que son por definición políticas. Tal es el caso de los avances en genética, donde los avances dela medicina reproductiva y de la genética humana pondrán pronto a los padres y a los médicos en laposición de seleccionar cualidades de la próxima generación, de modo negativo, o, eventualmente,también de modo positivo. "Aquí, cada uno gobierna sobre sí mismo y su progenie, y puede implementardirectamente los valores que lo gobiernan (intolerancia, estereotipos de enemigos, miedos) bajo supropia dirección (de la mano del 'consejero genético').la 'rama ejecutiva' de la revolución cultural ysocial del futuro es la decisión única del 'individuo privado'.Los primeros.conflictos fundamentalistasa los que se enfrenta la modernidad biotécnica tardía, pueden ya ser sentidos en la disputa sobre elaborto legalizado. " (1993: 204-208) 8. Seis líneas de investigación generadas por el esquema multidimensional
En relación a los mencionados objetos de investigación, el esquema permite generar varios problemas de investigación empírica. [1] La base del cono trunco invertido de la “vejez subjetiva”,correspondiente a las unidades de análisis el individuo y el setting e incluyendo los objetos “autoimagen”“identidad individual” y “negociación local”, genera las siguientes preguntas de investigación: ¿Qué es lo que los individuos definen como lo específico de esta etapa de la vida?¿Qué estrategias –“reales” y simbólicas- desarrollan los individuos para construirseuna identidad con la que puedan vivir? ¿Se construyen significaciones diferenciales enfunción del género? ¿Se construyen significaciones diferenciales de la vejez en fun-ción de las trayectorias ocupacionales previas? ¿Existe una “nueva vejez” en Uru-guay? Si existe, ¿cómo son las nuevas construcciones identitarias? Una primera línea de investigación derivada de estas preguntas tendría como objetivos iden- tificar los [nuevos] significados locales que adquiere la vejez como fuente de identidad para los indivi-duos, rastrear las estrategias que los individuos desplieguen en torno a dicho proceso identificatorio[el asumir el envejecimiento como fuente de identidad personal], ya sea en torno a la recomposiciónfamiliar, jubilación, trama vincular, etc., rastrear diferentes trayectorias de “negociación” del rótulo, osea, diferentes maneras de vivir la vejez, y en referencia a ambos procesos (identificación simbólicay estrategias), determinar las diferencias entre géneros y categorías ocupacionales en las que sedesempeñaron en su vida activa.
[2] En la base superior del cono invertido de la vejez subjetiva, donde nuestra unidad de análisis es el interdiscurso y los objetos a analizar son los modelos de vejez, las ideologías sobre laedad y los [nuevos] imaginarios sociales, se generan las siguientes preguntas: ¿Cuáles modelos simbólicos en torno a la edad y a la vejez están presentes en elinterdiscurso? ¿Cuáles ideologías orientan estos modelos? ¿Cuáles conflictos especí- Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? ficos reproducen y producen estas ideologías y modelos? ¿Cuáles subjetividades seinvolucran en estos conflictos? ¿Cuáles subjetividades se estructuran a partir de ellos? Los objetivos correspondientes en un rastreo empírico de estas preguntas son identificar [a] las formaciones discursivas, [b] las estrategias discursivas presentes en el interdiscurso local sobrela vejez y [c] el proceso por el cual “la vejez” se instauró como objeto de discurso.
[3] En la base inferior del cono trunco invertido de la vejez social, donde nuestra unidad de análisis son los roles que asume un individuo y el objeto de análisis son la trayectoria individual entérminos de roles (adscriptos y asociados a la edad) y las prácticas y estrategias reales de los indivi-duos, se generan como preguntas de investigación los siguientes problemas: ¿cuáles roles se abandonan y cuáles se adoptan con la vejez? ¿Cuáles son las cosasque efectivamente hacen? ¿Qué margen de maniobra tienen? ¿Cuáles estrategiasreales despliegan (o no)? Los objetivos de una investigación así orientada son la realización de un mapeo de las prác- ticas específicas en diferentes campos y la descripción de la articulación de dichas prácticas a partirde habitus específicos.
[4] En la base superior del cono de la vejez social, donde la unidad de análisis es el espacio social y el objeto de análisis son las leyes específicas de envejecimiento de cada campo, las pregun-tas generadas son: ¿Cuál es la ley de envejecimiento específica del campo X [campo que deberíaespecificarse en la investigación concreta] ¿Cuál es el interés propio del campo y losconflictos de poder que enfrentan a las generaciones en esa lucha? ¿Cómo se definenlas divisiones y generaciones en el campo? ¿Cuáles manipulaciones sobre la edad seven en esta lucha? El objetivo de esta línea de investigación sería el describir campos específicos, mostrar cómo sus leyes de envejecimiento y, por lo tanto, sus vejeces, difieren, y cómo éstas leyes estructuran losintereses y las prácticas de las generaciones.
[5] En la base inferior del cono de la edad biológica, donde la unidad de análisis es el cuerpo y el objeto de análisis son los efectos estructurales y reflexivos sobre el fenotipo individual [y eventual-mente en un futuro, el genotipo], las preguntas que emergen son: ¿Cuáles son los efectos inhabilitantes de la edad biológica en la vida de losviejos?¿Cuáles estrategias reales aplican sobre su cuerpo y sus prácticas corporales?¿Cuáles estrategias pueden instrumentar los viejos para maniobrar frente a distintosniveles de validez? Ejemplos como el viagra o la tintura de cabello serán relevantes para la segunda pregunta.
Gergen y Gergen mencionan en referencia a la “nueva vejez” norteamericana estrategias como lasegregación residencial en complejos que cuentan con servicios especiales. Estas estrategias, sinmodificar los handicaps biológicos, permiten a estos viejos conservar niveles de autodeterminación yconstituyen una alternativa a la institucionalización intramuros. El objetivo de esta línea de investiga-ción será determinar niveles de capacidad en grupo de individuos de diferentes campos, y seguir ensu trayectoria particular la actualización de sus prácticas.
[6] En la base superior del cono de la edad biológica, donde la unidad de análisis es la estruc- tura demográfica y el objeto de análisis los efectos estructurales y reflexivos, genera la siguientespreguntas: ¿Cómo la modificación de la distribución por edades ha incidido en la composiciónfamiliar, en la valoración del viejo, en la constitución de actores y de indicadores buro-cráticos? ¿Cómo ha modificado las presiones generacionales? ¿Cómo se instrumentanpolíticas (de salud pública, seguridad social, transporte, recreación, etc.) atendiendo alaumento de “cuerpos viejos” en la sociedad? En la medida en que aumenta el número de los que fueron construidos como improductivos, hay necesariamente que encontrarles una función social. Los objetivos generales de esta línea deinvestigación son la descripción de las políticas (o de sus ausencias), la explicación de cómo éstas sederivan de una relación entre grupos de edades, y –deseablemente- la formulación de alternativasposibles.
9. Como epílogo: la construcción [social] de la vejez
Desde un punto de vista político los construccionismos tienen una larga historia de crítica al status quo, puesto que habitualmente sostienen [1] que X no está determinado por la naturaleza delas cosas (tesis de la contingencia), [2] que X es bastante malo tal como es y [3] que nos iría mejor siX fuera transformado (Hacking, 1998/2001: 16). La postura epistemológica opuesta al construccionismo8es la idea de que el mundo viene con una “estructura inherente” dada y que la tarea habitual de loscientíficos es precisamente “descubrirla”. En relación a los conceptos de “edad” y –más que nada- de“vejez”, las tesis construccionistas han enfrentado una resistencia muy significativa. Hay una claratendencia, tanto en ciencias biológicas como sociales, a postular un curso de vida naturalizado sobreel cual medir el desarrollo y la decadencia de las capacidades humanas. La edad burocrática estomada como indicador de la vejez biológica, social y subjetiva y numerosa literatura se dedicó adeterminar los estándares ¨normales” para estos procesos (Cunningham & Brookbank, 1988;Erikson,1963; Kagan, 1984; Levinson, 1979; Santrock, 1986). El esquema teórico que presentamos,al descomponer la idea naturalizada de “vejez” en sus dimensiones biológica, subjetiva y social, nosprecipita hacia una tesis de la contingencia. Básicamente porque destaca la heterogeneidad entrecampos con leyes específicas de envejecimiento y porque señala la existencia de estereotipos yestrategias simbólicas y reales en la perspectiva micro y de ideologías, políticas y promoción deimaginarios posibles en la perspectiva macro. El esquema sugiere que las sociedades y los indivi-duos pueden construir maneras novedosas de envejecer. Para el construccionista No hay nada acerca de los cambios en el cuerpo humano que requiera el concepto de’edad’, ‘desarrollo’ o ‘decadencia’. No existe un proceso de envejecimiento en sí, elproceso de envejecimiento surge de relaciones dentro de una cultura dada en un mo-mento dado. (Hazan, 1994). En otras condiciones culturales, se buscan interpretacio-nes alternativas. Por ejemplo, como Richard Shweder (1998), para los Gusii del oestede Kenya, ‘la decadencia y la obsolescencia no son los significados asociados con elcreciente sentido de ´veteranía´ que un hombre o una mujer Gusii desarrolla con eltiempo. La veteranía es en cambio asociada con respeto, obediencia, prestigio y esti-ma social’. Más radicalmente, nada en las condiciones de lo que llamamos ’cuerpohumano’ exige términos como ‘enfermedad’ o ‘incapacidad’. No solamente lo que lla-mamos cuerpo está sujeto a concepciones muy variadas (Young, 997), sino que elsufrimiento asociado con una ‘enfermedad’ depende mucho de la actitud interpretativa Llamémosle “esencialismo” o “realismo”, o, en términos de Hacking (1998/2001: 143) “estructuralismoinherente”.
Vejez en el Uruguay. ¿Hacia una sociología de las relaciones de edad? que se tome hacia ella. Por ejemplo, como propone Frank (1995) verse a sí mismocomo víctima de una enfermedad, en oposición a verse como un ‘testigo moral’, tienepoderosas implicaciones para el sentimiento general de bienestar. (Gergen y Gergen,1997) En este punto, los argumentos construccionistas abundan sobre la significación causal de factores sociales sobre la decadencia de las capacidades, como la importancia de la depresión o laimportancia diferencial que los médicos dan al tratamiento de pacientes de diferentes edades. Preci-samente el argumento de Gergen y Gergen con respecto a la “nueva vejez” norteamericana, es quela población de mayores está extendiendo sus bases políticas y económicas y su sofisticación tecno-lógica. Esto le estaría permitiendo confrontar las construcciones de otros e incidir sobre los términosen que se conciben a sí mismos.
Hagamos dos precisiones lógicas y una semántica sobre esta propuesta de la “construcción [1] Con respecto al propio rótulo “construcción social”, Hacking afirma que “la mayoría de los ítems de los que se dice que son socialmente construidos sólo podrían ser construidossocialmente.De aquí que el calificativo ´social´ sea habitualmente innecesario y se debería utilizarcon moderación”(1998/2001: 76) Un ejemplo relevante es el libro La construcción social del género,de Lorber y Farrel (1991): si el género se define en el propio libro como los aspectos no determina-dos biológicamente en las asignaciones diferenciales entre los sexos, entonces usar el término“social” es trivial. Para nuestros propósitos, sólo hablaremos de “construcción social” de la vejezcuando queramos oponer una política, ideología o imaginario social a una estrategia, tipología oimaginario individual. Dicho de otra manera, cuando nos referimos a la perspectiva macro del es-quema tridimensional versus la perspectiva micro. En cualquier otro uso diremos simplemente “cons-trucción” de la vejez.
[2] Corresponde distinguir entre los construccionismos en ciencias sociales y ciencias natura- les: cuando me refiero a la construcción social de los quark y a la construcción [social] del abusoinfantil, no estoy formulando la misma estructura lógica. Hacking comenta el libro de PickeringConstructing Quarks (1984): si los quarks son los ladrillos del universo, cómo podrían ser [socialmen-te] construidos? Obviamente Pickering no pretendió que los quarks, los objetos, sean contruidos. Loconstruido sería la idea de quarks9. Hacking exige distinguir claramente entre la “cosa” y la “idea”:cuando decimos que construimos los quark, nos referimos a la idea de quark, pero “cuando la gentedice que las emociones son sociamente construidas.no quiere decir que la idea de las emociones, ode la aflicción, sea construida, sino que las emociones mismas [por ejemplo, la vergüenza].son A estos efectos no importa, pero aclaremos que, estrictamente, nuestra descripción simplifica excesiva-mente la epistemología construccionista en ciencias naturales. En parte por razones de la historia de latecnología porque, al decir de Beck (.) contemporáneamente asistimos a la institución de la naturalezaproducida, área en la que nuevos campos susceptibles de discusión política, como por ejempo en laingeniería genética. Pero en parte también por razones propiamente epistemológicas: como Hacking acla-ra “es un poco decepcionante. Todo el mundo sabe que las ideas sobre los quarks emergieron a lo largode un proceso histórico.Pickering intentaba hacer algo más que una historia de los acontecimientos en lafísica de altas energías durante los años setenta.Pickering no cree que la emergencia de la idea dequark fuera inevitable [tesis de la contingencia].otra física imaginaria.igualmente exitosa no habría avan-zado por un camino como el de los quarks.” (págs. 118-119). El punto lógico es, siguiendo a Quine, que“muchas teorías incompatibles son lógicamente coherentes con cualquier cuerpo dado de experiencia.
Incluso si todos los datos posibles estuvieran dados, aún habría en principio infinitas teorías que seríanformalmente coherentes con tales datos.” (pág. 126).
constructos sociales.” (pág. 44) Afirmar que la vejez es un constructo implica dejar de pensar que esuna etapa universal de un proceso “natural” que es el ciclo vital y pensarla [a] como la consecuenciade procesos sociales históricamente situados y [b] como un área susceptible de decisión política (ode “reflexividad” en el sentido que le da Giddens al término10).
[3] Debemos distinguir entonces entre dos aspectos de un “constructo” [social]: la vejez como “producto” y la vejez como “proceso”. En el primer sentido, nos referiremos a la construcción de la
vejez en el sentido de que la vejez tal como la conocemos es un producto social, una resultante de los
procesos propios de la acción y de la estructura social. En un segundo sentido nos referiremos a
políticas y movimientos que concientemente busquen modificar las demografías, las ideologías o las
leyes de envejecimiento de uno o varios campos dados. Esta segunda acepción se vuelve cada vez
más relevante cuando la contradicción entre los modelos tradicionales y la estructura social se hace
más evidente. Como en otros aspectos de lo que Giddens llama la “modernidad reflexiva”, la doble
hermenéutica existente entre disciplinas como la demografía, la sociología, la gerontología, etc. y la
sociedad que ellas estudian hace cada vez más posible pensar en una autoconstrucción conciente
de la vejez11. Si la “condición 0” del construccionismo sostiene que algo es socialmente construido
cuando “X se da por supuesto o X parece ser inevitable” 12, entonces el programa último de un
construccionismo sobre la vejez sería el construir nuevos modelos que nos digan cómo envejecer
mejor.
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Gergen, K. y Gergen M. (1997): The New Aging: Self Construction and Social Values. http:// 10 En las sociedades premodernas, la reflexividad estaba limitada a la reinterpretación de la tradición, pero en la modernidad la rutinización ya no se justifica por ser tradicional: la reflexividad proviene de que lasprácticas son constantemente examinadas y reformuladas a la luz de la información renovada sobreestas mismas prácticas. La “modernidad reflexiva” no será para Giddens un mero apetito por lo nuevo,sino una reflexividad indiscriminada, extendida a áreas cada vez mayores del comportamiento. (1991:44-45).
11 “El conocimiento sociológico se espirala dentro y fuera del universo de la vida social, reconstituyendo tanto este universo como a sí mismo como una parte integral de este proceso” (Giddens, 1991:24).
12 Puesto que la Reserva Federal es de manera tan evidente el resultado de disposiciones contingentes, un libro titulado La construcción social de la Reserva Federal sería probablemente ridículo; sospecharía-
mos que alguien estaba intentado aprovecharse de la marca ´construcción social´. Pero podemos imagi-
nar una obra alarmante, la construcción social de la economía. (Hacking, 1998/2001: 36-37).
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